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la habitación está en penumbra... no obstante, la veo perfectamente: es Beatriz, echada sobre la cama. me acerco y comienzo a besarla, a acariciarla con las manos, a bajar ansioso por su cuello y a mordisquear sus pechos a medida que le voy quitando la blusa azul...la escena cambia: me recuesto de espaldas sobre el lecho, y ella pasa sobre mí, colocándose en mi costado, y tomando mi sexo entre sus labios me proporciona un placer inmenso, de una intensidad que en mucho tiempo no había sentido...un nuevo cambio: ella está sentada sobre mi sexo, de espaldas a mí, mostrándome su bella figura, su blanca piel, con los brazos estirados hacia atrás, inmovilizados por mis manos que se cierran alrededor de sus muñecas... se mueve rápidamente, pero se agita con más ímpetu si yo acoplo mi movimiento a su ritmo, si tiro con más fuerza de sus brazos, arrancándole gritos de placer...

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la siento a mi lado, desnudos, abrazados.. me mira dulcemente y me dice que me va a pedir una cosa. la animo a continuar y me dice que quiere que todas las mañanas me haga una paja... le sonrío y le digo que por qué no me ayuda ella esta misma mañana, lo cual hace sin dudarlo, apretando mi sexo con su mano.. intento concentrarme y le pido lo mismo, que se masturbe todas las mañanas... acepta con un gemido, mientras sus manos nos proporcionan placer a ambos... su rostro, Beatriz, después de tantos años, igual que entonces...

en el tendedor hay una funda de almohada... ¿quién la ha tendido? me acerco a la cocina con una sospecha... y allí encuentro la confirmación: ha sido el gato. me mira con reproche y me dice, o quiero creer que me habla, que es culpa mía, por no atenderles, por no cuidarles...

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estamos investigando un rumor que nos hace adentrarnos en la fría tundra: buscamos el yate de recreo del último zar de Rusia.

nuestro viaje nos acerca a una moribunda ciudad, donde apenas se ve gente. nos ponemos a escavar en el hielo, y encontramos nuestro objetivo. allí está, en el hielo, en un estado casi perfecto tras estos 100 años.. sólo presenta un poco de perdida de pintura de colores de la superestructura. ¿lo podremos recuperar? la intención es obtener datos para hacer una réplica. afono obstante, el bloque de hielo que contiene el barco se desprende con facilidad

cuando el gigantesco bloque cae al agua, aparece una sorpresa: una cueva, donde se distinguen, entre el manto de nieve, diversos cofres. emocionados nos acercamos a ellos: ¡el tesoro perdido de los Romanov! tocamos las joyas, las monedas de oro, pero no nos atrevemos a cogerlas ya que nos acompañan representantes del gobierno ruso, y entre bromas mostramos que no hemos cogido nada

nos íbamos a retirar, cuando vemos una luz al fondo de la cueva. nos acercamos, y vemos con asombro que se trata de los bajos de la panadería de la ciudad. no entendemos cómo no han podido descubrir el tesoro hasta ahora. uno de los trabajadores nos sonríe y nos dice si queremos algo para comer. la petición es unánime: chocolate caliente

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segunda guerra mundial... alemania... estamos completando el desarrollo de un nuevo cohete y vamos a realizar las pruebas de encendido del motor. unos cuantos están dispuestos a sabotear el sistema, a pesar de la vigilancia. ¿estoy yo con ellos? eso parece, aunque mi actitud es más bien pasiva

se inicia la prueba. uno de los saboteadores está escondido en el propio cohete, manipulando su sistema de control. esta acción dispara las alarmas y empiezan a activarse los procedimientos de seguridad, entre ellos, el cierre de la cabeza del proyectil, que deja encerrado en el mismo al saboteador, que parecía ser una mujer

se acelera todo. empieza un feroz tiroteo... los disparos atruenan y hay sangre por todas las partes. los conspiradores se hacen con la sala de control, pero irrumpen unos guardias y disparan contra todos los presentes... es una carnicería

se celebra un funeral por los muertos. diversos oficiales están presentes, entre ellos, el jefe de la Gestapo. está cabizbajo, al menos, en la foto que contemplo

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estoy apoyado en el alfeizar de la ventana del despacho de administración de mi empresa, hablando con mis compañeras desde la calle... Teresa me dice que he de cambiar la risita que uso en los últimos tiempos... lo añado a la nota mental que mantengo sobre los cambios que quiero realizar en mi vida

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estoy en el trabajo y me acerco al departamento de administración, donde como siempre bromeo con las compañeras. no obstante, una de ellas, Isabel, parece encontrarse mal, y dice que mañana tiene que ir al médico... sin tiempo a decir más, Yolanda me advierte que no haga bromas de ello, lo cual no lo entiendo, aunque en un par de segundos llego a una conclusión. miro a Isabel y le sonrío, y cuando se acerca le felicito por su embarazo, mientras hago esfuerzos por no soltar una broma al respecto que ronda mi mente

luego, mientras descansamos en una plaza cercana al trabajo, se acerca Sergio y me ofrece acercarme a casa en coche, algo que hacía tiempo que no hacía. tras localizar el vehículo, aparcado en una estrecha y lóbrega calle, nos vamos. conversamos durante el viaje, y en un momento dado, al llegar a una pronunciada curva, no gira y nos salimos de la calzada, cayendo a un desnivel uno o dos metros más abajo. afortunadamente salimos ilesos. me lo quedo mirando y le comento que había soñado con que íbamos a tener un accidente parecido, aunque más aparatoso

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estamos tumbados, susurrando, y Arantxa me comenta lo mal que le parece que cuente cosas de otras mujeres, pero nada de ella, a pesar de nuestra convivencia... se aleja de la cama y me deja con mis pensamientos

me decido a escribir, a contar los recuerdos que tengo de ella, pero en una carta sólo para sus ojos... relato (no, en realidad le recuerdo) cómo nos conocimos, la complicidad que compartíamos, nuestras risas y miradas... todo, desde el principio, hasta el ahora

me quedo mirando la carta, preguntándome cómo finalizarla... sopeso todo lo que he escrito y sonrío al darme cuenta de que sólo puede ser con dos palabras: "Te quiero"